Eres la directora de desarrollo de una organización sin fines de lucro, además de ser madre. Trabajas muy duro y siempre estás muy ocupada. Aunque tienes la suficiente astucia para saber que podrías usar sus tarjetas de crédito de manera más estratégica para acumular recompensas, normalmente solo piensas en ello cuando estas pagando con una tarjeta y nunca recuerdas cuál es la que ofrece las recompensas adecuadas. 

Bajas del coche para poner gasolina y dudas sobre qué tarjeta usar. Revisas las tarjetas con prisa y frustración. Aún confundida, consultas el móvil buscando la respuesta, y mientras navegas tu expresión va cambiando poco a poco: de duda a una curiosidad creciente. De repente, delante de ti se abre un portal mágico.  Te sorprendes muchísimo (SIN SOBREACTUAR, CON NATURALIDAD) y, todavía asimilando lo que ves, caminas hacia el portal atraída por su luz y misterio.

Avanzas hacia el portal con asombro y, al cruzarlo, apareces en un resort donde te esperan tu hijo y tu marido. En el instante de atravesar el portal, ya tienes un cóctel en la mano. Tu expresión cambia: pasas a verte relajada, confiada, cómoda. Te sientas junto a tu familia con una mezcla de orgullo, seguridad y satisfacción.